viernes, 8 de noviembre de 2013

UN CICLÓN PARA EL CARRIL DEL "2".







Antes de Dani Alves, del idolatrado Cafú o del ya lejano Carlos Alberto, Brasil disfrutó de Djalma Santos, considerado con toda justicia el mejor lateral derecho de la historia. Su muerte acaecida el pasado 23 de julio, a los 84 años de edad, ha permitido hacer memoria de  un futbolista venerable que forjó el modelo del carrilero tanto para sus compatriotas como para todo el que quiera ocupar esa posición en un campo de fútbol.



Djalma Santos.



Porque cuando el joven Djalma Santos dejó el oficio de zapatero tras lesionarse una mano y decidió consagrarse al balón en las filas del la Portuguesa, a finales de los años 40, los defensores en fútbol eran poco más que postes para frenar a los rivales. Probó primero como volante pero su entrenador prefirió aprovechar su físico explosivo desde una posición más retrasada. 



En plena acción durante un encuentro.



Y encontró su sitio natural en la banda, en el carril del "2", donde su singular capacidad de anticipación y de desborde pronto llamaron la atención de la "Seleçao", con la que debutó en 1952 y disputó el Mundial de Suiza del 54, el primero tras la hecatombe del "Maracanazo". La favorita Hungría truncó la buena racha de aquel combinado brasileño, pese a que el propio Djalma puso en franquicia a los suyos con un gol de penalti. También fue convocado para el Mundial de Suecia del 58, junto a los formidables Nilton Santos, Garrincha, Didí, Vavá o el joven Pelé. 



Al lado de un jovencísimo Pelé.


Pero el disparatado criterio racista del cuadro técnico a la hora de alinear, evitando que en el plantel abundaran los  negros y mulatos por la creencia de que eran más vulnerables al ambiente hostil y lejano de Escandinavia, dejó fuera al manso Djalma Santos hasta la final, donde al fin pudo volar junto a sus compañeros en el célebre Rasunda de Solna para levantar su primera copa del mundo.



Formó parte de una de las mejores selecciones de todos los tiempos.



"Entre los dioses rubios de los estadios escandinavos, encontré al negro Djalma Santos, viejo lobo de otras batallas", escribió el periodista Oduvaldo Cozzi, el mejor retrato deportivo y humano de un futbolista que a partir de entonces se convirtió en uno de los pilares de la selección brasileña. Sus veloces carreras hasta la línea de fondo y su inteligencia para asociarse en el ataque, sin descuidar sus deberes defensivos, fueron cruciales para la conquista del Mundial del 62.



Con el Palmeiras, uno de sus clubes.



Y aún dejó algunas rachas huracanadas en el Mundial de Inglaterra 66, además de en los torneos domésticos, brillando en el Palmeiras y en el Paranaense, donde colgó sus botas humeantes con más de 40 años. 



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